Día de fuerte viento en el puerto pesquero de Isla Cristina. Hay muchos barcos amarrados, porque probablemente la mar no esté para faenar, pero el trabajo continúa en el puerto.
Yo me siento y me refugio tras un murete para protegerme y que no se me vuelen los avíos de dibujo. La acuarela seca casi de inmediato. Aspiro el olor a mar y a pescado y escucho a las gaviotas por encima de mi cabeza... Los marineros hablan mientras arreglan sus redes y comentan que les queda allí para rato.
Se acerca la primavera y parece que en Sevilla sólo se escuchan sevillanas y marchas de Semana Santa. Un auténtico martirio para a los que ese rollo no nos va demasiado. El sonido de las cornetas se me mete en el cerebro y me taladra. Así que para mi es un placer cuando me encuentro con algún bar donde se pueda disfrutar de otro tipo de ambiente, lejos del topicazo sevillanísimo, y escuchar buena música en directo sin tambores y castañuelas. El pasado viernes estuve en el Café Jazz Naima, uno de los pocos bares que, junto con el Jazz Corner, ofrecen jazz en directo en Sevilla casi todas las noches. Escuchamos a Van Moustache y la verdad es que disfruté muchísimo con su jazz arrabalero, que me hizo volar y dibujar a toda pastilla... al principio muy torpemente... el movimiento rápido y constante de los dos chicos con sus instrumentos me impedía concentrarme... pero poco a poco, se me metió el ritmo en el cuerpo y ya, sin pensármelo demasiado, dibujé compulsivamente hasta que pude... Un concierto estupendo y una tarde de dibujo fabulosa...
Me he quedado con ganas de más. Otro viernes de éstos, vuelvo... ¿quién me acompaña?