Se está convirtiendo ya en tradición eso de ir a la Velá de Santa Ana a dibujar año tras año. Me encanta porque, a pesar del calor, es un entrenamiento de dibujo intensivo estupendo. Además da tiempo de todo... Puedes empezar a las 6 ("con la fresquita") e ir haciendo un dibujillo preparatorio mientras empieza la cucaña... así calientas la mano y empiezas a prepararte para lo que viene después...
Luego empieza lo fuerte... dibujar movimiento!! La cucaña es un juego muy rápido. Los participantes mantienen las posturas sólo unos segundos y es difícil captar la energía de los cuerpos... Pasan uno tras otros y, pese a la torpeza de los primeros intentos, al final le coges el gustillo.
Inma me recomienda dejar la línea y probar a captar la postura de los chicos con la mancha. Pruebo con algunos y descubro que tiene razón y que quizás sea más fácil. El año que viene lo intentaremos otra vez...
Cuando termina el juego, estamos deseando descansar un rato y alejarnos del jaleo del embarcadero para subir arriba a tomar algo a la Calle Betis. Se empieza a notar el preludio del ambiente que habrá esa noche en la Velá, pero, de momento, la gente solo pasea mirándolo todo y disfrutando del fresquito que empieza (por fin) a notarse.
Seguimos con ganas de más, así que nos alejamos un poco y vamos hacia la Calle Castilla. Buscamos un buen sitio para terminar la tarde y, al final, entramos en Casa Cuesta (un bar tenía que ser). Hay un señor sentado que no se mueve en todo el tiempo que estamos allí. Debe ser un clásico del lugar, un elemento más del atrezzo, sin el que el bar perdería la mitad de su encanto... A mi me recuerda un poco al torero de aquella serie de los 90, Juncal, un señor de un sevillanío un poco anticuado que pega con el resto del bar a la perfección.
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